domingo, 2 de abril de 2000

Clientes y clientas


El otro día me saltó a la cara un titular de prensa que me hizo rechinar los dientes, hasta el punto de que todavía tengo flojo algún empaste: Prueba la inocencia de su clienta. Al principio pensé escribir algo descojonándome pasando mucho del qué dirían las erizas, o la hija feminista del notario de Pamplona -cada uno lleva su cruz, colega-, o el redactor anónimo del libro de estilo que impone tanta soplapollez en la que casi nadie cree de verdad, pero que todo cristo, por aquello del qué dirán, practica fervoroso. Pero la carne es débil, y por muy chuleta que madrugue algunos días, y por mucho que mi vecino el rey de la isla de Redonda —antes perro inglés— me haya honrado con la amistosa distinción de Duke of Corso, reforzando de modo considerable mi autoestima, hay cosas a las que ni el mismísimo fencing master de S. M. R. se atreve. Así que vale, me rindo, lo confieso. Trago. Desde ahora voy a hacer un esfuerzo para normalizar mi escritura, adaptándola a los usos sociales de esta sociedad empeñada en reiterar que las mujeres existen, y que el uso del género neutro no es sólo tendencioso y machista, sino que supone un ninguneo de la mujer. Me sumo así a nuestra eficaz Academia Española, siempre dispuesta a consagrar, primero con su silencio. Y luego con su diccionario, cualquier desafuero consumado. Incluso estoy dispuesto a ir más lejos. Lamento no haberlo hecho antes, proporcionando recursos extras a los ciudadanos y ciudadanas y a los compañeros y compañeras, que los políticos han manejado durante la recién concluida campaña electoral. Pero no lo hice antes por no pringarme, recordando aquello que decía Franco: «Haga como yo. No se meta en política». Así que, en el futuro, seré consecuente con las modas y los tiempos. Incluso pasaré por alto el hecho de que la mayor parte de las mujeres inteligentes que conozco, cuando preguntas si prefieren que las llamen abogada o abogado, o jefa o jefe, dicen que te dejes de gilipolleces y las llames como esos títulos se han llamado siempre, porque justamente la discriminación consiste en marcar la diferencia de sexos, y no al contrario, y el género neutro no es masculino ni femenino, sino que con frecuencia engloba uno y otro, y se inventó precisamente para algo. Y que cada vez que oyen, por ejemplo, a un político dirigirse a los ciudadanos añadiendo como innecesaria coletilla y ciudadanas, sienten que les da urticaria porque esa moda de lo socialmente correcto suele ser practicada con farisaico entusiasmo precisamente por aquellos varones demagogos que piensan que ya han cumplido con eso de la puntita nada más, y que después de decir españoles y españolas en un discurso ya han cumplido con las cuotas. Olvidando, se pongan como se pongan los radicales y los tontos —que a veces, pero no siempre, son sinónimos—, que lo machista no es una lengua, sino el uso que se hace de ella.

Pero en fin. Pese a todo eso, les decía, procuraré que el género neutro, pese a que ha funcionado tranquilamente toda la puta vida, quede abolido a partir de ahora de mi panoplia expresiva. En el futuro, cualquier neutro usual al que recurra, irá acompañado, para evitar confusiones, de su correspondiente femenino —tal vez deba decir de su correspondiente femenina—. Escribiré así, en adelante, jóvenes y jóvenas, responsables y responsablas, votantes y votantas, enriqueciendo y normalizando la lengua española con perlas —la de jueza me parece hasta ahora la más refinada del elenco— como tenienta, sargenta, caba, cantanta, imbécila. Mi única duda es si al escribir jóvenes, responsables y votantes no estaré incurriendo precisamente en el extremo opuesto, desdeñando la personalidad masculina de los antedichos: y tal vez fuera mejor, en ese caso, que escribiese jóvenos, responsablos y votantos. Así cada cual tendría lo suyo, y no habría dudas al respecto: electricisto, dentisto, ebanisto, ciclisto, diento, gilipollo. Pero, llegados a ese extremo, la cosa iba a complicarse, porque hay un tercer sexo: los homosexuales existen y tienen sus derechos. ¿Cómo dejarlos fuera? Además, unos homosexuales asumen peculiaridades de un tipo, y otros de otro. Los hay que prefieren llamarse Maripepa y los hay que prefieren llamarse Paco. Y las hay. En su caso habría que matizar. Así que lo ideal, llevando la cosa hasta sus últimas y honradas consecuencias, sería decir, por ejemplo: «Queridos, queridas y querides compañeros, compañeras y compañeres, heterosexuales y homosexuales, clérigos, seglares y pensionistas de la tercera edad: gobernamos gracias al apoyo de los votantos, votantas y votantes españoles, españolos y españolas, que son responsablos, responsablas y responsables de que los ciudadanos, ciudadanes y ciudadanas puedan encarar el futuro, etcétera». Será un poco farragoso y gastaremos más saliva y tinta, pero todo el mundo estará contento. Creo.

2 de abril de 2000

6 comentarios:

Tomás dijo...

Estaba leyendo un artículo acerca de la discusión que existe en torno al vocablo ¨todos¨, donde se dice que la RAE, supuestamente, estaría considerando escribirlo como ¨tod@s¨.

Y no pude evitar acordarme del ¨eletricisto¨ y tuve que leer de nuevo este artículo y también ¨limpia, fija y da esplendor¨ descostillándome de la risa, ya que ud. tiene la capacidad (como la tienen Les Luthiers) de hacer que una palabra cobre un nuevo significado y que el mismo me haga sonreir cada vez que la escucho o leo.

Gracias por poner las cosas en su sitio, la próxima vez que venga a Buenos Aires lo voy a ver sin falta, ya que desafortunadamente no pude entrar a su charla en la Feria del Libro (hasta intente colarme por la puerta trasera, pero me sacaron con cajas destempladas).

Anónimo dijo...

¿"tod@s"?

Yo no soy machista (eso espero y deseo). Yo sólo quiero hablar en castellano correctamente y sobre todo entender lo que me dicen y ser entendido.

He hecho un esfuerzo titánico (soy Heavy) y ya me sale directamente médica y abogada. Pero ¿ratona, clienta? Lo de ratona me sonaba bastante mal, pero en el diccionario de la RAE existe, igual que clienta.

Redioooos, yo sólo quiero comunicarme verbalmente. Me voy a adaptar a lo que me echen, pero prefiero una muerte rápida: que lo cambien todo de vez (amanta, estudianta, imbécila...), así sabré a qué atenerme.

Respecto a la "@", sé lo que es, porque soy ingeniero de software: significa "at" en inglés. ¿Me podrían explicar cómo debo pronunciarlo? Obviamente, como es una vocal nueva (eso creo o sospecho) le deberán asignar algún sonido nuevo para cuando haya que leerlo. Como esto siga por ahí, tendré que realizar un esfuerzo no titánico, sino divino (¡Valhalla!) y no sé si lo voy a conseguir, pero lo intentaré porque sino cuando hable puedo quedar como un membrillo.

También he leído, por ese "pozo de sabiduría sin fondo" que es internet (JUAS, JUAS...), que se barajan otras opciones, que me parecen más acertadas (Don Arturo, ¿Es usted adivino?) y a las que me voy a adaptar más rápidamente (ya me he puesto a prueba y lo he conseguido en poco tiempo gracias a mis habilidades de chimpancé heavy). La solución (sí, sí): vamos a usar la vocal "e": así se diría “eses mediques”, “les psiquiatres”, “unes perres”... para referirse a un grupo en el que hay machos y hembras de una misma especie. Se sufre pero se aprende. Creo que he captado la idea (o no, que esto se vuelve ya raro, raro).

PD: Si me voy de España y vuelvo al cabo de unos años ¿Voy a ser capaz de entender lo que me dicen? Manejo cinco teorías sobre cómo me voy a comportar: 1) me vuelvo a la escuela a aprender castellano con “les críes”; 2) me hago el mudo total; 3) empiezo a hablar a “todes” en Inglés (dentro de mis posibilidades, claro) porque lo voy a dominar mejor que el castellano y porque yo también se tocar los cojones 4) (Versión heavy-delirante total) Passsoooo de todo (ahí sale mi vena heavy) y hablo como me da la gana, que yo también tengo derecho ¿constitucional? a inventarme mi propio lenguaje y además soy prepotente, potente, pospotente, duro y potente, y omnipotente (para los que no lo hayan entendido, entiéndase como “chulo”, que es más heavy). 5) (Versión delirante-friki total) Voy a empezar a aprender Klingon (en clase de latín me echaba la siesta ¿rosa, rosae?, el noruego antiguo un poco, el arameo y el sanscrito como que no…). Sé que cuando hablé en Klingon no me va a entender ni mi padre… pero, “vItu' rur nov” (JUAS, JUAS…)

PD2: No soy ni facha, ni machista, ni retrogrado, ni un clon de Don Arturo, ni de cualquier otra cosa que me acusen por expresar libremente mi opinión. Sólo soy un mortal que… “¡solo quiero vivir, vivir!”. Además reconozco mis peculiaridades: SOY HEAVY, con todo lo que conlleva (malignidad, brutalidad, ultra-violencia, mega-violencia y plus ultra-violencia, Esténtor, Tyr, Odín, Thor, Azazel, Leviatán, priva, caña, chorizo, esclavos, saqueos, incursiones vikingas, acero forjado, titanio, uranio y plutonio embrutecido, satanismo, ateísmo, paganismo… ¿son prejuicios, superjuicios, Gigajuicios o simplemente mera tontería de la buena? Me da lo mismo yo iré a Valhalla y vosotros no).

Agradecimientos a Don Arturo, por supuesto, y a GIGATRON por hacerme que me descojone de todo, incluido de mi mismo, incluso al borde del Apocalipsis (molón)”.

charo dijo...

Estoy totalmente de acuerdo con lo que dice. El neutro siempre ha existido y existirá y engloba a los dos géneros. Muchas gracias por aclararlo para el que lo desconocía. Un saludo

Federico Zertuche dijo...

¡Qué bueno! Tanta falta en México que no han parado con esa jalada, ya sabemos quienes son :Las pedorronas y pedorrones de siempre!

Yo, ya, ye dijo...

Geniales todes,

Unknown dijo...

¡Coñooo, don Arturín, es Vd adivino o hijo de profeta! aunque me temo, hablando en plena canícula murciana de 2021, que se quedó corto; la estupidez en este país antes llamado España ha crecido en progresión geométrica.